¿ MAGIA ?
Soy uno de tantos que pululan constantemente por los aeropuertos en viajes de ida y vuelta, en su mayoría de pocos días de estancia, para definirlo en términos marineros, los denomino de singladura. Tengo habilitada una bolsa ya vieja, donde guardo la documentación y donde llevo mis pequeñas cositas para el viaje, un neceser con lo indispensable y que no superen los envases la puñetera medida de seguridad, uno o dos libros, el telefonito, el MP 4 para escuchar música y audio libros etc., en una palabra, que uno va por el mundo preparado para la vida moderna.
De regreso de un viaje hice varias horas de escala en Barcelona, tiempo que aproveche para visitar una conocida editorial y hojear las novedades, cuando en ello estaba y teniendo mi bolsa de toda la vida a los pies, al dejar el libro y casi casi por arte de magia había desaparecido mi pertenencia, no me lo podía creer, me la habían arrebatado delante de mis propias narices con total alevosía, premeditación y con toda la mala leche de este puñetero mundo, me dirigí a la cajera la cual me indico que no tenían cámaras de vigilancia y que solía ocurrir a menudo pero que la empresa no hacia nada o no tenia medios para evitarlo, en una palabra que salí a la calle con lo puesto, ropa, gafas de lectura, diez euros y un bono para viajar en el transporte público y sobre todo (imagino) con cara de verdadero gilipollas desplumado.
Me dirigí de inmediato a la comisaría de los mossos en la Plaza de Cataluña, donde después de pedirme nom, cognom i domicili, me tuvieron una hora y media sentado frente a una negra puerta metálica para formalizar la denuncia, la espera no se hizo tan larga porque era como cualquier larga cola, los afectados en numero de 36 (los conté) y aumentando, nos íbamos contando la forma, manera y el como nos habían dejado en pelota documental, dineraria, de vestuario, etc. etc., un caos que nada dice en favor de la eficacia de los mossos y por supuesto de Barcelona.
Nada, que después de tan largo rato y presentar una queja formal por tan lamentable servicio, me expidieron la correspondiente denuncia que en cierto modo acreditaba quien decía ser y que precisaba para poder tomar el avión que me llevaría a casa, al menos ya podía demostrar que existía. (que ya es algo)
Lo primero que pude constatar es la falta de teléfonos públicos y sobre todo lo difícil que se hace hallar uno que no se coma los euros sin dar servicio, me acorde de la madre de telefónica (si tiene) y le día un par de ostias a la blindada caja para que me devolviera parte de mi exiguo capital (cosas que no hizo), o sea, que después de haber hecho una llamada de dos euros, telefónica se había quedado con cuatro por la cara y que nunca me devolvería.
No me halle en situación de desamparo, porque con los años uno se va acostumbrando a todo, pero supe y esta vez de primera mano lo que representa que te birlen todas y cada una de tus pertenencias quedando con lo puesto, también les paso a tres chicas francesas que habían dejado el coche un instante con las llaves de contacto puestas, un matrimonio austriaco que por arte de magia ¡¡¡como a mi!!! les desaparecieron sus mochilas mientras “degustaban” una hamburguesa o a un jovenzuelo chino que le había desaparecido la motilla mientras repartía rollitos de primavera y así un sin fin de situaciones que los muy ¡¡¡la madre que los parió!!! causan a los ciudadanos de a pie a los que se les ocurre por un instante confiar sus pertenencias a los ojos de sus semejantes y a otros (como yo) que se creen invulnerables.
Fríamente, el fulano o la fulana que me voló el bolso delante de mis narices hay que reconocerlo, es un/a artista ¡¡¡un mago!!! y además con dos cojones el tío o la tía como queráis, soy un elemento de 1,81 de 92 kilos y toda la vida de practica deportiva no me hace precisamente asequible para un enfrentamiento (al menos en apariencia), o sea que si lo pillo, os aseguro que se come algún tomo de derecho privado y hubiera sabido lo que es el “peso de la ley” , pero … mejor que pasara desapercibido/a no soy amante de la violencia y más conocedor de sus consecuencias, no valía la pena.
Vale pues, alguien habrá adquirido mi N 95 con todas las xorradas que contenía por dos perras, el contenido de mi neceser les servirá para afeitarse un par de días y la crema para que no le brille el careto una semana, el tubito de pasta dentífrica uno o dos días, el libro de T. Eagleton “La estética como ideología” o el “Ensayo sobre las libertades” de Aron, no creo que los lea, igual de hecho, seguro que tiene su propia filosofía de la vida, mi camisa XXL con unas rayitas que me daba un aspecto “desenfadado”, igual le va bien y mi colonia… mi “esencia” le servirá para que cuando se la ponga se acuerde de mi el muy hijo/a de ...., ahora que lo medito, no me ha dejado en pelotas uno/a cualquiera, lo ha hecho un prestidigitador/a, un/a manitas, al menos no duele tanto cuando se es victima de alguien con cierta categoría, lo reconozco, por un instante me sentí como diría yo… ¿humillado? ¿vencido? ¿jodido?, pero hay que reconocer que lo hizo con mucha categoría, al menos moralmente, compensa algo ¿o no?.
De regreso de un viaje hice varias horas de escala en Barcelona, tiempo que aproveche para visitar una conocida editorial y hojear las novedades, cuando en ello estaba y teniendo mi bolsa de toda la vida a los pies, al dejar el libro y casi casi por arte de magia había desaparecido mi pertenencia, no me lo podía creer, me la habían arrebatado delante de mis propias narices con total alevosía, premeditación y con toda la mala leche de este puñetero mundo, me dirigí a la cajera la cual me indico que no tenían cámaras de vigilancia y que solía ocurrir a menudo pero que la empresa no hacia nada o no tenia medios para evitarlo, en una palabra que salí a la calle con lo puesto, ropa, gafas de lectura, diez euros y un bono para viajar en el transporte público y sobre todo (imagino) con cara de verdadero gilipollas desplumado.
Me dirigí de inmediato a la comisaría de los mossos en la Plaza de Cataluña, donde después de pedirme nom, cognom i domicili, me tuvieron una hora y media sentado frente a una negra puerta metálica para formalizar la denuncia, la espera no se hizo tan larga porque era como cualquier larga cola, los afectados en numero de 36 (los conté) y aumentando, nos íbamos contando la forma, manera y el como nos habían dejado en pelota documental, dineraria, de vestuario, etc. etc., un caos que nada dice en favor de la eficacia de los mossos y por supuesto de Barcelona.
Nada, que después de tan largo rato y presentar una queja formal por tan lamentable servicio, me expidieron la correspondiente denuncia que en cierto modo acreditaba quien decía ser y que precisaba para poder tomar el avión que me llevaría a casa, al menos ya podía demostrar que existía. (que ya es algo)
Lo primero que pude constatar es la falta de teléfonos públicos y sobre todo lo difícil que se hace hallar uno que no se coma los euros sin dar servicio, me acorde de la madre de telefónica (si tiene) y le día un par de ostias a la blindada caja para que me devolviera parte de mi exiguo capital (cosas que no hizo), o sea, que después de haber hecho una llamada de dos euros, telefónica se había quedado con cuatro por la cara y que nunca me devolvería.
No me halle en situación de desamparo, porque con los años uno se va acostumbrando a todo, pero supe y esta vez de primera mano lo que representa que te birlen todas y cada una de tus pertenencias quedando con lo puesto, también les paso a tres chicas francesas que habían dejado el coche un instante con las llaves de contacto puestas, un matrimonio austriaco que por arte de magia ¡¡¡como a mi!!! les desaparecieron sus mochilas mientras “degustaban” una hamburguesa o a un jovenzuelo chino que le había desaparecido la motilla mientras repartía rollitos de primavera y así un sin fin de situaciones que los muy ¡¡¡la madre que los parió!!! causan a los ciudadanos de a pie a los que se les ocurre por un instante confiar sus pertenencias a los ojos de sus semejantes y a otros (como yo) que se creen invulnerables.
Fríamente, el fulano o la fulana que me voló el bolso delante de mis narices hay que reconocerlo, es un/a artista ¡¡¡un mago!!! y además con dos cojones el tío o la tía como queráis, soy un elemento de 1,81 de 92 kilos y toda la vida de practica deportiva no me hace precisamente asequible para un enfrentamiento (al menos en apariencia), o sea que si lo pillo, os aseguro que se come algún tomo de derecho privado y hubiera sabido lo que es el “peso de la ley” , pero … mejor que pasara desapercibido/a no soy amante de la violencia y más conocedor de sus consecuencias, no valía la pena.
Vale pues, alguien habrá adquirido mi N 95 con todas las xorradas que contenía por dos perras, el contenido de mi neceser les servirá para afeitarse un par de días y la crema para que no le brille el careto una semana, el tubito de pasta dentífrica uno o dos días, el libro de T. Eagleton “La estética como ideología” o el “Ensayo sobre las libertades” de Aron, no creo que los lea, igual de hecho, seguro que tiene su propia filosofía de la vida, mi camisa XXL con unas rayitas que me daba un aspecto “desenfadado”, igual le va bien y mi colonia… mi “esencia” le servirá para que cuando se la ponga se acuerde de mi el muy hijo/a de ...., ahora que lo medito, no me ha dejado en pelotas uno/a cualquiera, lo ha hecho un prestidigitador/a, un/a manitas, al menos no duele tanto cuando se es victima de alguien con cierta categoría, lo reconozco, por un instante me sentí como diría yo… ¿humillado? ¿vencido? ¿jodido?, pero hay que reconocer que lo hizo con mucha categoría, al menos moralmente, compensa algo ¿o no?.