LA HIPOCRESIA ANTE EL “DIFERENTE”.


Si iniciara mi exposición con una serie de afirmaciones vejatorias hacia los homosexuales, es de recibo que sería considerado abyecto y por supuesto, ni tan siquiera pertenecería a esa minoría (que siempre la hay) que proclama su aversión a los invertidos, digo esto, porque a nadie en su sano juicio o a menos que pretendiera ser condenado al ostracismo se le ocurriría enaltecerse o predicar su homofobia.
Si nadie esta en contra, no comprendo el porque de esas campañas de sensibilización y respeto hacia lo homosexual, convendréis conmigo en que vivimos en una sociedad hipócrita donde nadie o casi nadie, dice lo que piensa, a menos que se halle en su circulo intimo y si en el mismo halla seguidores, pues se lanza y arrasa con todo.
La inclinación sexual del personal, me es del todo indiferente, así como su color, su origen, y lo que haga con su vida, sus adicciones, aficiones e inclinaciones, soy de los que creen que la libertad de cada uno se inicia con el final de la del otro, pero me fastidia la gente que va de “buen rollito” de cara al público y en privado despotrican contra todo, seamos consecuentes, al invertido se le toma a guasa, porque, se ha creado un estereotipo de chico con plumas y amanerado que resulta gracioso, es como aquel tópico de que todos los españolitos sabíamos torear, pero la comunidad homosexual intenta por todos los medios que nos apercibamos de la “normalidad” de su condición, y ¿por qué no han de ser normales?, lo son, pero hay muchos de ellos que cuando se desmadran dan esa imagen frívola y pachanguera que hace que a cualquier hijo de vecino se le pongan los pelos de punta cuando piensa en la adopción por parte de esos “plumas”, habrá quien dirá que también parejas "normales" también ponen los pelos de punta, claro que sí, de todo hay en la viña del Señor.
Me he ido por los cerros de Ubeda, de lo que se trata es de que no entiendo esas campañas sensibleras y apoyadas por todos y cada uno en pro de una condición que en nada nos perjudica y a la que todos deberíamos ser en cierto modo indiferentes.
Un compañero en cierta ocasión me revelo su tendencia, mi respuesta fue . ¿y qué?, ¿que cambia en nuestra amistad?, nada, absolutamente nada y de eso se trata, no voy por la vida diciendo aquello de : “Holaaaaaaaaaa me llamo Javier, soy heterosexual y la respuesta : holaaaaaaaaa Javi”. Uno va por la vida siendo lo que es y cuando reivindica su condición es cuando realmente se produce el hecho diferencial.
Hubo una época en que se puso de moda tener a un niño o niña de cualquier lugar del mundo en casa durante unos meses, y la “family” se paseaba con su acogido, ¡¡¡joder que bonito¡¡¡ que buenos que son, no dudo que muchos lo hacían movidos por su espíritu solidario y cristiano, pero una mayoría, para que la vecindad comentara,: “mira a los del ático que buenorros". Pues ahora, conozco algunos que tienen entre su circulo de amistades alguna pareja homosexual (están de moda), y cuando te los presentan te ponen esa cara de gilipollas, como diciendo, ¿ves lo abiertos y modernos que somos?, a esos querría verlos yo con un hijo saliendo en tanga, con plumas a lo comanche y dándose lengua en un carro el día del “orgullo”, de seguro que emigran a la conchinchina, los hipócritas.
Vale pues, que cada uno sea lo que quiera ser, y dejemos de presumir de tolerantes y liberales ante el espejo público siempre y cuando no nos convirtamos en unos verdaderos cabrones en la intimidad, y si nos sale un descendiente, ascendiente o amigo con ese “defecto” pues…... ¿qué coño cambia?.