JURAMENTOS
Leo en prensa que la GC ha detenido a un hombre
por su presunta participación en la desaparición de una mujer, hasta aquí la
noticia por común ya es casi cotidiana, pero lo que me llama la atención es que
en su defensa y ante la insistencia de los agentes ha manifestado de forma
taxativa: “juro que soy inocente”, y
aquí sí que imagino que los interrogadores le dijeron aquello de: venga hombre,
cantaaaaa.
Antiguamente los caballeros juraban y era su
palabra su honor, eso cuando el honor se tenía por cuna o por hechos y el jurar
tenía un significado cierto, sin lugar a dudas, sin embargo, ya se ponía a Dios
por testigo y claro el Señor era mudo y nada desdecía de lo jurado, también es
cierto que en ocasiones se procedía a la ordalía para que el “testigo” participara
de forma directa en el descubrimiento de la verdad y siempre solía salir
perjudicado el “caballero”.
Hoy, la gente se toma a pitorreo lo del juramento,
después de escuchar a nuestros políticos de turno ante la Constitución y el Rey
para darle solemnidad y “credibilidad”, o a los senadores, congresistas y demás
(o como recientemente a este gilipollas que ha dicho que jura la constitución
hasta que se proclame la catalana y que para más cachondeo es nacionalizado de
origen pakistaní) y corroborar el casi total incumplimiento. Ya son muy pocos
los que creen en el juramento y mucho menos en ese castigo divino que se
demanda a los perjuros, de hecho, si tuviera que recibirlos Caronte para
llevarlos al otro lado del rio, en vez de una barca precisaría de un crucero.
Dentro del ámbito castrense, el juramento adquiere
un significado más profundo por tratarse de gente de armas, en cierto modo la
disciplina militar conlleva un espíritu de sacrifico que exige en último
extremo la obediencia debida. Hubo un día en que yo y otros muchos juramos
derramar hasta la última gota de nuestra sangre en pro de la Patria, si llegado
el caso no fuera así, que Dios me lo demande, ya veremos…
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