IMPERTINENTES

Uno ya no se asombra de nada en este triste país, nos hemos acostumbrado tanto a la corrupción que se ha convertido en cotidiana, tanto que casi ya nos pasa desapercibida, lo que esta claro es que la bazofia acampa a sus anchas por esta hipócrita tierra. En Andalucía el asunto esta que arde con esto de los ERE y no es para menos, son muchos millones y años de corrupción que están saliendo a luz gracias a la perseverancia de una juez que a además de ser implacable es generosa en formas y preciosa de cara, lo cual le da un cierto trasfondo, no se puede imaginar uno que luzca las puñetas para impartir justicia y te mire con ese candor, candor que no ha evitado que unos sindicalistas amigos de los sinvergüenzas imputados se planten ante el juzgado no para que se aclare o se acredite la inocencia o la presunta culpabilidad de los mangantes de turno, sino para insultar a quien hace su trabajo, si esos descerebrados son los que defienden a los trabajadores de Andalucía (amen de los imputados) es evidente que han convertido la autonomía en un estercolero. Llama poderosamente la atención que al acudir a los juzgados algún que otro famosote, político, futbolista y demás ralea se planten las marujonas y marujones de turno para aplaudir y dar soporte verbal a modo de besitos a los imputados, resulta incluso gracioso que un futbolista acuda acusado de fraude y sea aclamado por el público, viendo esto, esta dentro de toda lógica lo que nos ocurre, piensas que realmente tenemos lo que nos merecemos, chusma que asciende a la gloria por estafar, defraudar, o simplemente por salir en uno de esos programas basura de las TV. Hemos convertido a este país en un terreno donde lo deleznable lo inapropiado se ha convertido en objeto de culto, donde medran gente de poca altura mental e intelectual y se lleva al ostracismo a los que estudian, trabajan o simplemente luchan por obtener algo que luego cualquier descarado consigue en dos días. La imagen de esos descarados insultando a la juez en defensa de presuntos delincuentes, es la instantánea de un país de pobredumbre y pandereta donde se tiene la sensación de falta de autoridad y de respeto, piezas fundamentales en cualquier democracia que se precie.