SEMANA SANTA
La Semana Santa se ha convertido en un periodo
vacacional, alejada de esos días en que solo se oía la música sacra por la
radio y los dos canales de televisión emitiendo procesiones, conciertos y
películas de temática religiosa al igual que los cines, recuerdo los billares
tapados con sabanas negras o los palos cruzados, en los bares no se jugaba a
cartas, ni se cantaba en lugar alguno, la nación de repente se declaraba de
luto e incluso las gentes parecían tristes. Se elaboraban tradicionales dulces
que solo se podían comer el día de resurrección, después, a las 12 replicaban
las campanas, se acabó todo y a comer, reír, retozar y disfrutar de la vida,
las campanas anunciaban la nueva y todo parecía volver de pronto a la
normalidad con esa alegría que se tiene después de las privaciones de unos
días.
Durante mucho años fui penitente, al final lo
deje, no sé si fue porque no me bastaba la semana para purgar mis pecados o
porque deje de hallar un sentido a lo que hacía, sin pretender ofender a nadie,
considero que las procesiones son puro y duro folklorismo, me harto de ver a
las marujas y no marujas vestidas de dolorosas a modo de buenas personas y a
penitentes que necesitan toda una vida de procesión para purgar sus pecados,
sin contar a todos a aquellos que al terminar se van a hacer la copita por los
bares vestidos de nazareno, incluso hay cofradías convertidas en acción
reivindicatoria, “solo para mujeres”, en una palabra nunca he entendido el
sentido religioso que pretenden unos al ser mejores, más bonitos, con más
adornos, con más costaleros que los otros o lo bien que lo hacen unos y lo
fatal que les ha salido a otros. En ocasiones es como la misa, los hay que van
por las apariencias y de vida cristiana y acciones ni puta manera.
En una palabra, me pongo del lado de los católicos
creyentes, no practicantes, con ese poquito de fe en Dios y poco en esa Iglesia
con tanto devaneo político, siento un gran respeto por todo lo que es tradición
venga de donde venga y en el fondo siento que de una manera u otra el hombre
termina cargándoselo todo.
Que cada uno viva la Semana Santa como desee, con
dolor, con luto, con alegría, con jolgorio o que salga a la calle a purgar sus
pecados, cada uno con su conciencia.
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