lunes, mayo 01, 2017

PAIS DE CAINES

En este país nunca deja uno de asombrarse, desde que un día el inútil del ZP (que si supo tener la inteligencia de aun siendo un incapaz asegurarse su futuro a costa de todos) y “su democracia” proclamo la Ley de la Memoria ha traído a este país de nuevo el sectarismo, la venganza y sobre todo el guerra civilismo, a mayor abundamiento a una constante tergiversación de los hechos y de la historia que intenta de nuevo hacernos creer que hubo buenos y malos, cuando en una guerra civil todos, absolutamente todos, deberíamos agachar la cabeza, perdonar y mirar hacia el futuro sin rencor, sin miedos y sin venganza.
Si quieren poner una calle a la Brigada Lincoln pues muy bien, pero que no quiten ni borren la memoria de los divisionarios que también lucharon contra verdaderos asesinos del gulag, ¿que quieren poner una placa a los comunistas? pues bien, pero que no quiten la cruz de aquellos que también murieron por sus ideas o muchos que ni tan siquiera supieron porque los mataban.
Hemos llegado al extremo de contemplar el enterramiento de los restos del General Sanjurjo sin honores, con apenas una pequeña escolta reglamentaria, a quien fue bilauredo mucho antes del 36, lo que acredita que lucho defendiendo su bandera como un soldado, siendo fiel a su juramento y que ahora nada merece. Contemplamos como cada día se erigen banderas republicanas, se queman las constitucionales, se insulta en público a España y se vulnera constantemente la libertad religiosa de los cristianos con asaltos y actuaciones obscenas sin que pase nada, nos hemos acostumbrado a que todo esto, esté dentro de la normalidad de lo que llaman “libertad de expresión”, pero luego un “fiscal” imagino que politizado como la gran parte de nuestra justicia, denuncia que se cante el “Cara al Sol” en el funeral de un falangista por sus correligionarios, o sea que esa llamada “libertad” siempre dependen de quien la practique.
Somos y siempre hemos sido un país caínista, de esos que hoy te aplauden y mañana te echan los lobos, de esos de cambio de chaqueta y premio al sinvergüenza, somos un país gobernado por diecisiete sátrapas y un gilipollas que asiente, que permite y negocia presupuestos con los verdugos, ignorando a las víctimas de la locura terrorista y acreditando demasiados silencios.
No diré que me avergüenzo de ser español, pero si de contribuir cada día a mantener a esta piara de vividores que han hecho de la política una profesión, de ver hijos y nietos de franquistas incluso de jefes y generales, diciendo lo mal que lo pasaron con Franco y que siempre han sido del pueblo, o esos miserables de podemos que se erigen en defensores de dictaduras bananeras, populistas y demagogos que no renuncian al sueldo y prebendas, formando parte de esa “casta” con la que dicen enfrentarse.
En una palabra, de cada vez me cuesta más leer la prensa, oír las noticias y enterarme cada día de un desaguisado, estoy ya hasta los cataplines de esa España caduca y traicionera o quizás sea yo, que no entiendo nada y me pierdo.
Puta locura…