FRAGANCIAS, ILUSIÓN, DESEO, OLVIDO...

Jean Baptiste Grenouille personaje creado por Suskind en la novela “El perfume: historia de una asesino”, define al mismo “como una fuerza de persuasión más fuerte que las palabras, el destello de las miradas, los sentimientos y la voluntad. La fuerza de la persuasión del perfume no se puede contrarrestar, nos invade como el aire invade nuestros pulmones, nos llena, nos satura, no existe ningún remedio contra ella”, en todo caso es evidente la importante de las fragancias en nuestras vidas, no solo los que resultan cotidianos sino aquellos a los que somos adeptos de una u otra forma y que nos entusiasma sentir.
En cierto modo un perfume puede ser determinante en una primera cita, puede en cierto caso ser el principio de algo o el fin, de hecho y ateniéndome a los resultados de una encuesta, el hecho de cómo huele una persona resulta ser una obsesión secreta tanto para los de un sexo como del otro, se indica que es uno de los factores de que hacen uso las féminas para valorar a los hombres y uno de los cinco que mas obsesiona a estos acerca de las mujeres.
El olor, nos trae a la memoria situaciones, lugares, experiencias, incluso gentes e instantes, hay olores que traen gratos recuerdos y otros que es preciso olvidar, en cierto modo cada situación, cada momento, deja su esencia que como dice la publicidad de mi fragancia al fin y al cabo al final es lo que queda.
Soy adepto a los olores de siempre y por ello de ideas fijas en cuanto a lo que me aporta cada uno, compro y uso siempre tres marcas de gel, siendo el Moussel el que me trae un sin fin de recuerdos de infancia, habiendo heredado de mi madre la afición a su olor, uso el mismo desodorante que precisamente no huele pero que al ser el de siempre, pues considero el mejor y mas adecuado, en cuanto a la colonia, siempre la misma desde que tenia 18 años, o sea de ello hace ya casi casi una eternidad…no hace mucho me dio la vena por probar, por cambiar, me convencí que hacia falta un cambio de fragancia y fui infiel a mi marca, me compre otra en un alarde de rebeldía a las ideas fijas, a los pocos días fue como si hubiera dejado de tener una seña de identidad e inmediatamente a quienes tengo en proximidad observaron que olía diferente, o sea, que estaba fuera de lo normal, una compañera me dijo que a raíz de ello, no sabían si había llegado, pasado o salido, de hecho, el cambio no me favoreció y he vuelto a mis raíces; mi fragancia y yo hemos llegado a un punto en que nos parecemos a la Trinidad, (dicho con todo respeto), somos dos en uno.
En ocasiones me paro en las perfumerías de Aldeasa y tomando esos palitos de papel me dedico a descubrir fragancias femeninas, incluso en algún momento así como a escondidas he rociado un pañuelo con Paris para preservar el olor a violeta, o con alguno de olor afrutado, de hecho, me gustan los olores suaves y sin extravagancias, o simplemente ese olor a limpio sin caer en el aséptico de los hospitales, sobre todo la frescura, creo que en cierto modo influyen en nuestro estado de animo, nos incita al acercamiento para sentir la fragancia de una piel deseada o simplemente nos hace mas agradable la presencia de alguien que tenemos cerca.
Lo más reciente son los perfumes con feromonas, sustancias volátiles sin aroma, percibidas a través de la nariz y que los animales segregan para atraer al otro sexo, ya dicen sus fabricantes que algunos pueden despertar pasiones, ahora solo nos falta las advertencias en la etiqueta, no sea que con el tiempo la hembra entre en celo “fragantil” como una gatita y en vez de pastillas que es la solución (para la gata) se tenga que hacer uso de las bocas de riego para darle una pasada de agua que arrastre la pasión a la alcantarilla, en una palabra, no puedo dejar de citar a Dior cuando dijo “ yo no vendo perfumes, tan solo pretendo vender ilusión”, no andaba equivocada no…