VIENE SAN VALENTIN

Se nos avecina el día de San Valentín, para muchos y muchas es la ocasión de los besitos tiernos y la llegada de algún que otro detalle que nos recuerde que ese día precisamente, los dos debemos felicitarnos porque estamos enamorados, algo tan significativo como escribir en un árbol o con spray : “María y Manolo I Love”, dentro de un corazón, mas que nada para que el pueblo se entere y quede para la eternidad, en ocasiones tachado, el mensaje de los dos tortolitos.
Los hay que aprovechan las ofertas hoteleras con velada romántica y se van de fin de semana al hotelito de marras donde la cena “intima” y solitaria se convierte en una bulliciosa fiesta de “enamorados” que aprovechan el bajo coste como todo hijo de vecino, luego a la noche, y, como es el día del love pues a fornicar, no vale aquello del dolor de cabeza o estoy cansado, hay que cumplir como el de al lado ¿los oyes? pues…A la hora del desayuno unas con esa carita que les deja una noche de amor, otros con ese gesto grandilocuente del deber cumplido (habría que preguntarle a ellas), y otras con la maleta en recepción porque han descubierto que su amor era un verdadero gilipollas, al fin y al cabo son “ellas” las que conquistan y las que nos hacen creer que somos los conquistadores, reconozco que somos así de ingenuos.
Hoy por hoy eso del día de San Valentín es algo banal… nunca mas alejado de la realidad, como te olvides no te reprocharan nada, pero seguro que te dicen lo bonito que era el ramo de rosas que le ha enviado a Maruja su novio, y ahí es cuando a uno se le cae el mundo encima, la he “cagado”, o sea que como mucho ni se moja hoy ni en varios días, siempre están mas atentas que nosotros y ¿como no?, luego cuando menos se espera te sirven la venganza en bandeja de plata.
Sinceramente, me importa un bledo el día de San Valentín, incluso deje a una novieta de jovenzuelo porque se le ocurrió regalarme una medallita con aquello de “hoy mas que ayer y menos que mañana” no supere su originalidad, considero que “ese día” es cada día, en el amor no debe haber imposiciones determinadas para algo, sino que deben surgir a cada instante que se comparte, debe ser como una fuente donde su hermosura consiste en que siempre se oiga el murmullo del agua, amar es saber que cada mañana al despertar ella existe, y que al igual que tu, en ese preciso instante intuyes que piensa en ti, que sales pitando después del café con el único deseo de obtener su sonrisa o de saber que espera tu llamada o ese mensaje recordándole que sigues enamorado sin necesidad de decir que cuando aparece con su sonrisa notas que algo te sube por la columna.
Ortega decía que “ el amor es como una especie de imbecilidad transitoria, un estado de angostura mental, de angina psíquica”, “es un hecho que cuando caemos en su red, es todo un coctel químico de testoreno, estrógeno, dopamina y otras sustancias incluso perdemos efectivamente la cabeza” dice Jáuregui y en cierto modo es bonito sentirse enamorado aunque no sea precisamente San Valentín.
Después de una mañana, una tarde, en la despedida te queda ese deseo de que sea mañana para poder repetir y creo que en eso precisamente consiste el amor, en intentar que se mantenga vivo el deseo de redundar cada instante compartido.