HEROES Y VILLANOS

En este país de países tendemos a bautizar con mote a quien lleva a cabo acción o simplemente se convierte en popular por una u otra circunstancia, durante esta semana y lo que te rondare morena, Emilio Gutiérrez se ha convertido de la noche a la mañana en “ El vengador de la maza”, adulado como un héroe por unos, considerado un desequilibrado por otros y tratado de fascista por los miserables que hacen de la violencia, la extorsión y el miedo su medio de vida.
El acto de este hombre posee una lógica inapelable pero punible dentro de los cánones de un Estado de Derecho, un Estado de Derecho que le condenará en su día exigiéndole responsabilidad por los daños ocasionados y que quizás (lo dudo) lo exima de culpa en base a una ofuscación o locura transitoria dadas las circunstancias del hecho, un Estado de Derecho que desde hace mucho tiempo tiene abandonados a demasiados ciudadanos como él, que día a día, sufren la violencia callejera, las explosiones, las manifestaciones sin sentido, en suma, el terrorismo cotidiano de una pandilla de bandoleros que se saben protegidos por el miedo que infunden sus pistolas, gobernados por esos desalmados que erigen calles a terroristas cuya “valentía” y “hecho heroico” únicamente consiste en dar el tiro por la espalda, extasiándose viendo derramada la sangre de los inocentes apretando el detonador a distancia, viendo como de cada día mas y a pesar de las ya sustanciosas ventajas fiscales, los empresarios huyen hartos del gasterismo y la palabrería vana de quienes dan el pésame hipócrita por un lado y conceden cuantiosas subvenciones para que a los asesinos en prisión no les falte la visita semanal de sus allegados.
El acto de este hombre no es de valentía, es el del que esta hasta las narices de contemplar el derrumbe de una sociedad que presume de raza y valor y se encierra en casa mirando tras los cristales, como las hienas se adueñan de sus calles en busca de la carroña que les dan con sus silencios, que se esconden mientras, uno de sus vecinos, con hipoteca por pagar y ya sin hogar, emprende el camino del exilio (como ya miles) en su propio país, toda una paradoja.
Contemple la foto de los desalmados que se manifestaron en contra de Miguel exhibiendo pancartas donde reclamaban libertad, tachaban de fascista al “agresor” y terminaban pidiendo democracia, hay ocasiones en que tengo que leer varias veces los textos porque no estoy seguro si los que han perdido la olla son ellos o quieren que la perdamos nosotros, es obvio que dichas peticiones proferidas por esos miserables personajes pierden su mas elemental sentido y significado.
Nuestro ordenamiento jurídico plantea la legítima defensa en base a la proporcionalidad entre las partes y el medio, en este caso, quienes han privado de vivienda a Miguel son presuntamente los asesinos de la banda terrorista, sin embargo nuestro “héroe” sí es el agresor de unas “pobres” víctimas que en derecho y a menos que se demuestre lo contrario (y lo dudo) presuntamente nada tienen que ver en todo el asunto de marras, ese tipo de dudas, de afirmaciones, de presunciones es la no estricta aplicación de la Ley del Talión, tal y como hacían nuestros antepasados, es lo que nos distingue de la barbarie, de esa, que sale a la calle a mostrar su propia indignidad.
Quiero creer en el Estado de Derecho y en unas leyes justas para todos, pero en esta y en otras ocasiones cuando veo y leo lo que dice y pide la escoria de siempre, se me atraganta el café de la mañana, le doy una última mirada a sus caretos y les digo casi escupiendo, ¡¡¡ que os jodan!!!.
Espero que este hombre haga todo lo necesario para que sea declarada su insolvencia, al menos no tendrá que pagar el mobiliario a los verdugos, si estos precisan de efectivo, que se lo den mediante subvenciones el gobierno vasco (como siempre) o que se lo pidan a la madre que los parió.