RUINAS

El arquitecto estadounidense Richard Meier por el módico precio de dieciséis millones de euros ha podido “crear” una mole de acero y cristal en el centro de la “Ciudad Eterna” engullendo “su edificio” al “Ara Pacis”, monumento del siglo I a. C mandado construir por el emperador César Octavio Augusto, ante el ultraje y la protesta de los de siempre, el responsable “cultural” Francesco María Giro ha manifestado “Es feo y excesivo, si la decisión estuviera en mis manos lo demolería por completo. El verdadero problema es que no tenemos dinero”, a ello añadir la construcción de dos altos edificios que han “taponado” la fachada de dos antiguas iglesias. Esta claro que las ciudades crecen y es lógico que en una ciudad como Roma cada vez que se remueve tierra salga una reliquia, en ocasiones se informa a las autoridades, en otras son las autoridades quienes se preocupan de supervisar el inicio de las obras y en demasiadas se da la callada y se cubre con cemento, no van a dejar de llenarse los bolsillos por cuatro “ruinas de mierda”.
En multiples ocasiones he observado a los “turistas” en diversos lugares de nuestro patrimonio, la gran mayoría entra por ser visita obligada, mira todo lo que hay que mirar y se va exclamando lo que le ha gustado o simplemente que le gusta mas el otro que visito en el anterior viaje, son una minoría los que se sientan en un rincón e intentan recrear en su mente lo que le dicen las “piedras”, los que procuran oír el ir y venir de los canteros, los pintores, los peones, los maestros… son pocos los que dejan vagar su mente para poder interpretar el silencio de las obras que sus ojos contemplan, son minoría los que se preocupan de comprar un simple folleto para saber (como mínimo) interpretar lo que contemplan, no se porque comento tal cosa si siempre habrá sido así. Hoy, vivimos en un mundo donde la educación se ha traspasado a la sociedad con sus informaciones, estadísticas, productos, promesas, ofertas, imágenes, demagogia…. La televisión y los medios ponen al alcance de todos un mundo virtual que cada vez nos distancia mas de la realidad, amoldando a nuestra juventud a los deseos programados de los poderosos, con ello, creamos esa “cultura moderna” que no es mas que el principio para muchos de la “barbarie”, hemos llegado a medir los valores por la posición de todos y cada uno, incluso permitimos la “fama” a los sinvergüenzas más capaces convirtiendo en ídolos a cuatro desalmados cuya virtud es desconocida, después de todo lo que poseemos, que puñetas nos importa el patrimonio.
La historia queramos o no, forma parte de nuestro equipaje, en cierto modo vivimos una sociedad creada a base de acontecimientos que han forjado nuestra propia idiosincrasia, ignorarla hace que queden en el olvido los legados de todos aquellos que hicieron algo y también de aquellos que simplemente estuvieron allí.
En un visita al Monasterio de Veruela indique a mis acompañantes un banco donde sentados invite a contemplar cada rincón del edificio sabiendo que esas mismas piedras y que en ese mismo lugar había reposado Bécquer tras sus largas caminatas, que en ese mismo lugar había imaginado fluir la música del órgano de Maese Pérez, al cabo de un minuto uno del grupo dijo que esto eran “mariconadas” otro que no tenia ni puñetera idea de quien era ese músico para luego indicar que tenia hambre, la verdad es que después de aquello me apercibí de lo mal que había elegido a mis “compañeros”, no es que sea mas culto que los demás, ni por supuesto mejor que nadie, de hecho, cada día, soy más consciente de lo poco que he ido aprendiendo, en una palabra, que aunque no entendamos el arte o no queramos saber del patrimonio, al menos que sepamos preservarlo para el futuro, y sobre todo no caigamos en la imbecilidad que dejar escrito en cualquier piedra aquello de “Pepi y Pepin estuvieron aquí”.