¿MEGALOMANIA?

El 15 de octubre de 1977 el Pleno del Congreso de Diputados aprobó la Ley 46/77, siendo el escrutinio de: a favor 296 votos, 2 en contra, 18 abstenciones y 1 voto nulo, la Ley de Amnistía era el primer paso para la reconciliación de las dos españas con el intento de que ninguna de ellas pudiera helar el corazón de nadie como preconizaba Machado, han pasado treinta y una años de aquello y como siempre seguimos a la gresca, somos un pueblo al que no se le permite el olvido gracias a esos escultores que se dedican a esculpir su propio pedestal donde encumbrarse.
Con todo lo que tenemos encima en este país de países y con lo que nos vendrá, nos sale el “estrella” de la Audiencia Nacional con querer llevar al banquillo a los “causantes” de los estropicios del franquismo, ya puestos a buscar culpables es de imaginar que se dirigirá al Congreso para llamar a todos y cada uno de los procuradores en Cortes, a los ministros, altos cargos, camisas azules, y a todos y cada uno y una de los españolitos y españolitas que intervinieron de una u otra forma a perpetuar el régimen durante los cuarenta años, incluido todo aquel o aquella que juro poniendo a Dios por testigo y con toda solemnidad las Leyes Fundamentales del Reino y el Fuero de los Españoles incluido a nuestro Monarca que durante tantos años presidió junto al “caudillo” tantos y tantos actos oficiales, venga ya… jurídicamente el "justiciero iluminado" no es competente para enjuiciar crímenes llevados a cabo durante la Guerra Civil y la dictadura, una, porque los mismos fueron amnistiados tal y como ya he señalado y la segunda por su incompetencia a tenor de la Ley Orgánica del Poder Judicial de 1985 que le atribuye competencias para defender los altos organismos de la actual Monarquía parlamentaria que por cierto (y he aquí la paradoja) se instauro en cumplimiento de la Ley de Sucesión (1947) en tiempos de la dictadura (igual se le ocurre anularla por fascista), su enjuiciamiento iría contra la retroactividad de las normas, tanto a lo que se refiere a los Tratados como a lo referente al derecho interno, ya que los Tratados aplicables son posteriores a 1939 y concretamente al juicio de Nuremberg eso en el caso del genocidio que se ha sacado de la manga, de hecho abría que distinguir a los muertos en campaña de los que fueron represaliados conforme a penas de muerte dictadas con la legislación en la mano.
Por otra parte y de hallar a los asesinos no podemos ignorar que en su gran mayoría ya habrán fallecido y de vivir alguno/a tendrán una edad que lo convertiría en un adorable ancianito incluso muchos/as con la correspondiente perdida de memoria. Las diligencias previas jamás darían lugar a la identificación de culpables por el periodo de tiempo transcurrido y menos de hechos criminales que jurídicamente tengan visos de ser juzgados. Es incluso deplorable que un juez se escude en artimañas de prescripción y petición de documentación a todas luces innecesaria, para tener abierto un sumario, que le permita seguir ofreciendo espectáculo en las televisiones y diarios para oponerse a las objeciones de la fiscalía y a una decisión judicial que como otras veces echara por tierra las pretensiones del showman de la justicia.
Que se cierren heridas, que se de reposo digno a los muertos sin adjetivos, sin divisiones y sin distinciones, que se busque e identifique a los desaparecidos, se les honre como es debido y que de una puñetera vez podamos vivir sin tener que avergonzarnos de nada, ni de aquellos que dieron su vida por la Patria, por el socialismo, por la hoz y el martillo, por la anarquía, por Dios o por lo que les paso por sus santas partes y por todas las victimas de la envidia, del odio, de la incomprensión, de la locura, del orgullo, del fanatismo y por aquellas que murieron sin saber porque el hijo de mala madre de turno le metió un tiro entre ceja y ceja.
En cuanto al “estrellado” me viene a la memoria unas palabras del ingenioso hidalgo: “Unos van por el ancho campo de la ambición soberbia, otros por el de la adulación servil y baja y otros por el de la hipocresía engañosa…” cuanta razón tenia en su “locura”, ¿o no?.