¿CANCERBEROS?

Hace unos meses tuve entre las manos las conclusiones de un congreso nacional de empresarios de salas de fiestas y discotecas, una de ellas y quizás la de mas incidencia era la queja ante la permisividad del botellón por parte de las autoridades competentes, aduciendo, que pagan sus impuestos como el que más y solo tienen merma en la caja de las noches de fin de semana, de hecho y como la gran mayoría de empresarios, claman al cielo en petición de más beneficios, pero ni bajan precios ni dicen nada del acceso prácticamente sin restricciones. En esto de las discotecas reconozco que he sido un bicho raro, prácticamente no las he frecuentado, una noche vieja en la adolescencia y me fui corriendo después de que una "guiri" me pillara en un rincón, ¡¡¡me asuste!!!, otra para una actuación y creo que otras dos para asistir a pases de modelos organizados por una asociación altruista, o sea que desconozco “in situ” la marcha discotequera pero creo que además de ruido, algo tendrán para que tristemente haya tanta juventud pasándose horas y horas machacándose los oídos entre cuatro paredes..
Es de imaginar, que si unimos la intencionalidad de iniciar la fiesta, tomarse unas copillas, meterse lo que sea para que “el cuerpo aguante”, desinhibirse y tener toda una vida por delante, nos da un coctel realmente explosivo, es de preveer que con esta tesitura, se arme de vez en cuando la marimorena y sean realmente difíciles de manejar los grupos de chavales en tan lamentables circunstancias, por ello, surgieron esos tipos que situados en las puertas se dedican a poner “orden en la sala”, se busco a fulanos con musculitos de impresionante y hormonada presencia y manifiesta desproporción entre su volumen físico y el cerebral (en su gran mayoría), pero bueno, a lo que iba, coges a un fulano de esos, le das una camiseta para que luzca bíceps, el pelo corto por eso del corte militar que da “carácter”, le das el “poder” de decidir quien puede y quien no, traspasar el umbral que divide la fría y solitaria noche con el jolgorio, le proporcionas tarjetas para que se enrolle a un sin fin de chavales y chavalas que se creen que son “public relations” e inviten (gracias a èl) a sus amiguetes y amiguitas, le creas un grupo de fans que consiguen con ello entrar gratis, le nombras “jefe de seguridad”, le pones a varios descerebrados a sus ordenes y ¿qué tienes? un don nadie gorilón que se cree el rey del bambo, no se porque pero en este puñetero país de países a un tipo le das una gorra y un pito y joder… ya tienes un dictadorcillo de baja estofa.
En el congreso de referencia también se solicito la formación para los “porteros de discoteca” incluso existe una “asociación de porteros” que les otorga un carnet acreditativo e incluso una placa, hoy mismo, he visto a un dirigente que indicaba que los porteros asociados llevaban una tarjeta identificativa, cosa que no esta nada mal, no es lo mismo que te machaque uno cualquiera que uno con carnet profesional. Luego ha salido uno del sector, con su atuendo como el que describo, diciendo que lo importante es hablar y hablar para convencer, puñetas, si te da un tono amenazante un tipo con tanta musculatura y detrás ves a otros de idéntico porte y sabedor de que por mucho que razones su masa cerebral no captara el mensaje, entones no hace falta que hable demasiado, sus argumentos son mas que convincentes, por ello, uno tiene que meterse la chulería en el culete y largarse cagando leches, eso sí, mentando a la madre que los parió como buen hijo de vecino.
La marcha nocturna oculta un infierno que nadie desconoce y que a quienes corresponde el orden intentan ignorar, se debe regular la actividad de los porteros y no permitir que se conviertan los espacios de ocio en lugares sin ley, que si bien reportan pingues beneficios para sus propietarios, representan un peligro para los que intentan divertirse.
El reciente asesinato de Alvaro no es mas que el resultado de unos salvajes que deben actuar en manada para dar una paliza a un pobre chico, me pregunto si lo hicieron para compartir complicidad o porque ocultaban su propia cobardía en el número, triste actuación y triste suceso que no es mas que el fiel reflejo de una sociedad donde la agresividad campa a sus anchas y que por ser tan cotidiana, nos hace casi indiferentes.