CANALLAS Y MARGINADOS

Me entero de que se ha estrenado un programa de TV de esos estiércol, en el cual varios personajillos se meten en la piel de un marginado dedicándose a callejear por esos mundos de Dios pidiendo limosna, mientras una cámara va dando fe de lo miserable de la existencia, a medida que van explicando el sentido de la solidaridad, todo sea, por atraer esa ingente masa de adeptos que piden mas y mas telebasura.
En mi paseo diario a alguna parte tengo identificados a varios de los que tienen la calle por hogar, de esos que comen de la caridad y duermen en los refugios sociales, que conozco desde hace ya muchos años y que de hecho son conocidos en toda la ciudad por ser cotidiana su deambulante presencia, uno de ellos es bajito, lo veo cada mañana, no tendrá mas de 60, siempre pasa a mi lado con una pequeña mochila a la espalda, vestido con la pulcritud que permite una ropa ya deteriorada, lo he visto siempre sobrio y en ocasiones al caer la tarde, se pasea todo el santo día de aquí para allá y de allá para aquí, sin hacer absolutamente nada mas que caminar, otro que viste con cierta elegancia, con cierto porte, hemos coincidido en la biblioteca y en ocasiones lo he visto leyendo un libro sentado en un banco del parque, un día no pude con la curiosidad y le comente sobre el que estaba leyendo La Colmena de Cela, tras breve comentario no pude resistir indicarle que la curiosidad había promovido la conversación, me dijo que hubo un tiempo en que era maestro y que un buen día decidió abandonarlo todo, cesar en sus obligaciones y vivir, de hecho tenia todo lo que necesitaba, comía y dormía de los servicios sociales, ayudaba en el refugio en tareas administrativas como compensación a la ayuda, bestia de ropa usada ¡¡¡ de marca!!! que le proporcionaba el cura de una parroquia cercana, tenia lo que precisaba, incluso había descubierto todo un mundo de saber completamente accesible y ¡¡¡gratis!!!. Sus vidas quizás sean un compendio de filosofía, otra forma de pensar y de vivir, ellos, fueron niños, adolescentes, algunos tuvieron familia y fueron responsables hasta que decidieron nadar contracorriente, tienen una vida en su propio mundo, no voy a intentar romperme la cabeza intentando comprender su forma de ser como tampoco voy a venderles la mía, considero que tendríamos distanciados muchos criterios y otros por supuesto afines.
Que venga el hermano del marichi y otros que precisan de esos programas para seguir comiendo y de esa “fama” de tres al cuarto a decirnos como vive un marginado, lo que se siente al tener que pedir limosna, verse en la necesidad de disputar un abrigado hueco donde pasar la noche, es realmente patético, de hecho, esos marginados (los de verdad) esos mendigos, esos vagamundos, son seres con una historia, unos llevados a esa existencia por cualquier desgracia, por cualquier desengaño, la bebida, la droga, el juego o su propia locura, que mas da, lo que es cierto, es que aprovecharse de las desgracias ajenas para montar la carpa y dar un espectáculo, es la mayor muestra de la miseria de la que ellos precisamente carecen.