A 30.000 PIES

Singapur Airlines puso en el aire a sus 471 pasajeros en el vuelo entre Singapur y Sidney, presentando la nueva línea y su nuevo Airbus, cada uno de los que viajaron pagaron 388 euros en clase turista y 69.553 euros por una suite, si, habéis leído bien, el aparatito tiene a disposición de quien pueda pagarlo doce habitaciones donde además de cama, se sirve una botellita de Dom Perignon, unas ostras, una botellita de agua, viandas, pantalla plana (todos/as sabéis lo que hay en un suite ¿no?, pues eso), todo ello para saborear durante siete horas de vuelo, porque como os podéis imaginar a nadie se le ocurriría dormir junto a su amada o consentir que el amado duerma , entre copa y ostra, a 30.000 pies de altura.
Ya me diréis, invitas a tu amada/o a pasar siete horas en una suite en las alturas tragando ostras y dándole al Perignon y aquí no hay quien se resista. Como siempre si se tiene “pasta” y en estas condiciones es mas que probable que mojar... mojas, lo de superar el cielo a base de orgasmos ya es otro cantar, hay cosas que el dinero no consigue, gracias a Dios.
Con la ilusión con que hicieron las reservas los de la suite y ahora salen los directivos diciendo que esta terminantemente llevar a cabo practicas amatorias, debido, a que las habitaciones no están insonorizadas. Consideran que oír a las parejas practicando sus artes amatorias, perturbaría o molestaría a los pasajeros, uno se pregunta ¿que pretenden que hagan las parejitas en esas condiciones durante el vuelo?, ¿dormir? venga eso no se lo creen ni “jartos de griffa” venga ya…
Lo ideal seria reproducir el sonido sensual y orgásmico, y con ello cruzar apuestas a ver quien mas dura o menos, quien grita mas, quien tiene maaaaaas, de hecho tiene que ser un placer salir de la suite y que cuatrocientos pasajeros te aplaudan…o sentir la vergüenza de que te piten, vamos como un torero en el paseíllo con dos orejas o saliendo con el rabo (nunca mejor dicho) entre las piernas por la puerta de carga echando leches.
De hecho para la práctica amatoria no se precisa estar a treinta mil pies, por supuesto, los lugares públicos son estimulantes y exhibicionistas, además el sabor del riesgo no tiene igual.
La naturaleza ofrece un sin fin de posibilidades, eso sí, hay que llevar mantas para los pinchos y untarse de insecticida, (¿lo hay comestible?), no hay nada peor que un bicho subiendo por la entrepierna…
El hogar, hay el hogar, es todo un caudal, la cocina, donde se tiene todo al alcance de la mano, son importantes las fresas, mermeladas, chocolate de fondue en tarrina, leche condensada…(eso siempre), quien se puede olvidar aquella escena en el “Cartero llama dos veces”,
El baño, compartiendo una calida ducha o una escapada mientras nos aburren los contertulios/as.
El jardín, si es privado, para el caso del adosado existe la posibilidad de ofrecer el espectáculo a los vecinos, lo que en este caso hay que cumplir como es debido, sino, ¡¡¡vaya vergüenza para la Comunidad!!!, todo tiene su encanto.
El salón, previa preparación para el evento, el suelo a menos que se tenga colchoneta dada su frialdad y dureza no es muy recomendable, aunque bien pensado el contraste….
La habitación ¿qué?, siempre he dicho que en la cama si uno/a no duerme, se aburre, por ello contra el aburrimiento nada mejor que preparar la escena con lucecitas, velas, y algún aparatito luminoso, todo al módico precio de los comercios de los chinos.
En el trabajo esta la estimulación transgresora, alto riesgo que solo puede asumirse por su alto contenido erótico, tener un “órgano” en la mesa del jefe, tiene que ser una verdadera gozada, no digamos de la fotocopiadora en marcha con el flash verde intermitente a modo de luz rítmica para la ocasión.
El “buga” ya no es tan recomendable, pero si una salida digna cuando no se tiene otro lugar para el desenfreno contorsionista, ahí si que más de uno/a se convirtió en experto, ya querría ver al autor del Kamasutra en el 600.
En una palabra, que para hacer el amor no se precisa gastarse tanto dinero, al fin y al cabo para estar cerca del “cielo” es cuestión de imaginación, predisposición y una dosis de ternura.
Si a alguno/a se le ocurre practicar a la luz de las estrellas y ve pasar el avión de marras, no hay mas que parar, mirar las ventanitas de las suites y decirles.¡¡¡capullos!!! para luego cerrar los ojos y seguir con lo nuestro, al menos darnos el placer de gemir, de gritar y de hacer todo el ruido que nos pase por las reales partes, puñetas... ser un plebeyo también tiene sus ventajas ¿o no?.




Libertino: Que ha perseguido con tal ansia el placer que ha tenido la desgracia de alcanzarlo. A. Bierce