MONTSEGUR, UN DIA DE MARZO

Cada 16 de marzo, me viene a la memoria el sacrificio de unos creyentes que, en las faldas del castillo de Montsegur se internaron en la pira que los “justos” habían erigido para tal “acontecimiento”, no voy a relatar la historia de los “bons hommes”, historia que ha sido dada a conocer por reputados historiadores e historiadoras y de otra manera por novelistas que la han aprovechado para crear la propia, tampoco esta en nuestra mano enjuiciar ni reprobar unos hechos acontecidos hace ya siglos, y que solo, como tantos otros, se deben situar en el contexto en que sucedieron.
La ambición, la avaricia, la envidia, el poder, llevaron a los que se creían en posesión de la verdad a una cruzada para acabar con una creencia que consideraban contraria a sus principios (hoy lo llamamos intolerancia), a un monarca a expandir sus dominios y a unos nobles a enriquecerse con el saqueo.
La historia esta tan plagada de hechos de igual condición y en ocasiones misma finalidad y final, que resultaría harto el tener que enumerarlas, la traición siempre ha campado a sus anchas, cuando llevados por bajos instintos se esta dispuesto a comprar voluntades, siempre se halla a quien esta resuelto a venderla por las treinta monedas de siempre.
Desde aquel lejano día, han pasado cientos de años, sin embargo, después de tantos avances, no hemos conseguido erradicar nuestras miserias, ni superar nuestros más bajos instintos, ¿quién no ha sido traicionado?, ¿quien no se ha sentido utilizado por uno o por una que se ha servido de nuestra generosidad para sacar un provecho?, ¿quien no se ha sentido impotente ante la envidia, la avaricia, la ambición? y ¿quien no ha querido convertirse en dios para llevar a cabo su venganza?, al final, todos somos víctimas y verdugos, han pasado los años y no hemos aprendido nada del sacrificio inútil de tantos y tantas a través de los tiempos.
Citar a Ernst Jünger en su condena a los lémures y descripción de la barbarie: “Pero si volvemos la vista hacia esos lugares de suplicio, que sea la nuestra una mirada franca, llena de fuerza justa. Allí ha estado actuando la chusma de los lémures, que practica en la oscuridad sus artes horrendas. Y hemos asistido a la indignación artificial de otros lémures que llegaban a los sitios donde estaban enterrados los despojos para exhumar ellos lo soterrado a escondidas y exhibir, medir, contar y fotografiar, tal y como convenía a sus fines los cuerpos putrefactos. Esos individuos desempeñaban el papel de acusadores únicamente para derivar en él su derecho a ejercer una venganza más vil todavía, a la que luego daban satisfacción en orgías idénticas. De esa manera iban relevándose sin fin las matanzas, en círculos cada vez mas bajos”.
Nadie muere definitivamente hasta que se le relega al olvido, por ello, dedico un instante a rememorar el sacrificio de unos hombres y mujeres que se entregaron cantando a las llamas, su filosofía, su forma de vivir, su sacrificio no nos ha hecho mejores ni tampoco a los que los sacrificaron, pero mientras estén en el recuerdo, se mantendrá encendida la pira en el prado de Montsegur para que su resplandor, de cobijo a sus sonrisas.


Santa paciencia: Disposición a soportar las heridas con mansa paciencia mientras se madura un plan de venganza. A. Pierce