LA MATRIARCA

Hace varias semanas, la policía irrumpió en un conocido despacho de abogados deteniendo a uno de los titulares y a varios trabajadores/as, al primero como imputado y los otros/as como colaboradores necesarios para llevar a cabo, la presunta y millonaria estafa inmobiliaria y fuga de capitales mediante un entramado de sociedades ubicadas en paraísos fiscales. Hasta aquí, nada fuera de lo normal dado el estado de las cosas. Como siempre, cuando se produce una detención de este calibre y dada la reputación del personaje, los miembros del omnipotente cuarto poder por arte de magia están presentes, con lo que se inicia la campaña de ensañamiento premeditada en algunos casos y por supuesto la condena publica del o de los detenidos, sin que medie el proceso correspondiente, vulnerando el derecho constitucional de presunción de inocencia, lamentablemente ya resulta de lo mas corriente y acostumbrado tal "modus operandi". No voy a levantar lanzas en favor de nadie y menos por quienes poseen todos los medios precisos y económicos ¿como no? para su defensa.
Transcurridos quince días en que la prensa ha ido dando detalles y más detalles de la investigación llevando la fama del otrora prestigioso despacho a la cloaca, una Señora de 95 años, esposa, madre, abuela y bisabuela de abogados, se ha plantado con una elegante silla frente a las dependencias de la Delegación de Gobierno para conminar audiencia al responsable gubernativo, exigiendole una explicación sobre la contundencia policial y mediática llevada a cabo contra su familia, ¡¡¡ahí esta ella ¡!!, altiva, señorial, orgullosa… con un rostro, un gesto y un porte que denota el poder de su matriarcado y con dos ovarios equiparables a los bajos del caballo del Espartero, puñetas… como son los madres y las abuelas… ¡¡¡ por Dios!!!.

Hace años que perdí a mi madre, como pasa casi siempre, aun me reprocho no haber pasado más tiempo a su lado, pero vivía en la creencia de que ella nunca podría alejarse de nosotros, de hecho, aún la siento muy cerca en muchas ocasiones velando por los suyos, estoy convencido que uno muere cuando se le relega al olvido y no es este precisamente el caso de ninguna madre, no se… tienen ese poder especial que ejercen con toda la sutileza y fuerza femenina, son la vara que nos encamina y el regazo que acoge nuestra congoja, son dulces, generosas, de callada abnegación, sabedoras de que siempre estarán cuando la adversidad nos llegue, siempre predicando nuestras pequeñas virtudes y callando nuestros grandes defectos.
Es posible que a la Abuela exigente no la asista la razón, pero si la ampara y mucho su condición que exhibe con orgullo, es muy posible que sus hijos y nietos no sean tan inocentes como ella predica, es cierto quizás, que les ha podido más la ambición que la razón, es cierto que han sido vilipendiados en su condición de “presuntos” delincuentes, quizás ignorantes de que su mayor riqueza ya la tenían y era esa mujer, que con razón o sin ella, los defiende a capa y espada, orgullosa de la sangre que ha repartido y que ahora pretenden mancillar.
Me viene a la memoria una estrofa del poema de J.C. de Luna denominado “el Piyayo” cuando dice: “a chufla lo toma la gente, a mí me da pena y me causa un respeto imponente”.
¡¡¡ Al loro… sr. delegado con esta abuela…!!! Que ahí está, plantada frente a su despacho con dos pares, si señor…





Nuestra sociedad a llegado a un momento en que ya no adora al becerro de oro, sino al oro del becerro. A. Gala