LA TERMINAL Y EL CAOS
No voy a citar el caos del transporte en Catalunya, no sea que se enciendan más los ánimos y nos pongamos todos/as de mala leche comentando lo sucedido, y más si se ha sido victima de los acontecimientos.
Hemos alcanzado un punto donde el transporte depende en demasía de la electrónica, se quedan sin luz y nadie sabe que tiene que hacer para buscar una pequeña solución que solvente en parte el problema, todo queda parado, el personal de brazos cruzados con cara de resignación unos y otros con aquella sonrisita de “te jodes”.
En la T4 de Barajas, Iberia ha sustitutito al personal de facturación por un puñado de maquinitas rojas que se dedican a expedir previa introducción de datos, las tarjetas de embarque, si ocurre como me paso que no reconoce la clave introducida una y otra vez, pues… tienes que dirigirte a una interminable cola de pasajeros que como tu están al borde de la desesperación pidiendo a gritos un responsable y mentando a la madre que parió a la “puta” compañía, al final nadie se entretiene uno/a más de la cuenta, pasa el tiempo y como te pongas en plan exigente te quedas en tierra, así son las cosas. A todo ello, durante el transcurso de los hechos, imaginar las miradas de odio en el cogote de los que están en la cola mientras uno no sabe donde hallar las pelotas de la maquinita, para darle una patada donde más le duela, es todo un dilema.
Una vez obtenida la tarjeta de embarque viene lo del control de seguridad, uno ya ducho en la matería, coge la palanganita, deposita el reloj y cualquier tipo de objeto metálico (faltaría más) incluyendo la correa y pasa por el aro intentando no enseñar los “gayumbos”, además y en plan “listillo” incluye la bolsita de plástico transparente con todo aquel envase que no supere la medida indicada, al parecer no se entera nadie de lo que hay y a pasa una y otra vez por el scanner y venga pito venga pito…
Superada la facturación y la seguridad, llegas a la zona de embarque, en Barajas no te indican el numero de puerta sino que te dicen HJK , tienes que mirar de vez en cuando en los paneles informativos haber cuando sale el numerito, depende donde te halles nadie te salva de una caminata de diez, quince o veinte minutos, es todo un espectáculo ver al personal estresado corriendo por la Terminal para no perder el vuelo, eso, si luego se despista alguno con equipaje facturado y te pasas una hora hasta que o se identifica la maleta o aparece el hijo de su madre con cara de resignación, la verdad no hay que tomar a mal lo del retraso por este motivo, al fin y al cabo no es mas que una pobre victima del puñetero laberinto, al final ya en el destino, estas allí ante la cinta del equipaje con el corazón en un puño hasta que aparece la propiedad embarcada, darle las pertenencias a la compañía de turno se ha convertido en una cuestión de fe y esperanza.
Lo de Cataluña ha sido un caos, pero son habituales los atrasos, atascos, paradas, colas en todo este país de países y en la totalidad de transportes, sin embargo es de admirar la capacidad de aguante que poseemos cuando se trata de viajar, todos cabecean pero se resignan, hay ocasiones en que parecemos animalillos anhelantes de bailar al son que nos tocan, y claro ellos, siguen sustituyendo al personal por maquinitas, no para facilitarnos la vida, sino para ahorrar costes, como muestra el Santander, que declara unos beneficios de 26 millones en el ejercicio del año anterior y pone en calle a 12.000 empleados, y así estamos en una situación donde pedimos mano de obra por todo el mundo y vamos engrosando el desempleo día a día, vaya lío ¿o no?.
Las ideas no son responsables de lo que los hombres hacen de ella. Heisenberg.
Hemos alcanzado un punto donde el transporte depende en demasía de la electrónica, se quedan sin luz y nadie sabe que tiene que hacer para buscar una pequeña solución que solvente en parte el problema, todo queda parado, el personal de brazos cruzados con cara de resignación unos y otros con aquella sonrisita de “te jodes”.
En la T4 de Barajas, Iberia ha sustitutito al personal de facturación por un puñado de maquinitas rojas que se dedican a expedir previa introducción de datos, las tarjetas de embarque, si ocurre como me paso que no reconoce la clave introducida una y otra vez, pues… tienes que dirigirte a una interminable cola de pasajeros que como tu están al borde de la desesperación pidiendo a gritos un responsable y mentando a la madre que parió a la “puta” compañía, al final nadie se entretiene uno/a más de la cuenta, pasa el tiempo y como te pongas en plan exigente te quedas en tierra, así son las cosas. A todo ello, durante el transcurso de los hechos, imaginar las miradas de odio en el cogote de los que están en la cola mientras uno no sabe donde hallar las pelotas de la maquinita, para darle una patada donde más le duela, es todo un dilema.
Una vez obtenida la tarjeta de embarque viene lo del control de seguridad, uno ya ducho en la matería, coge la palanganita, deposita el reloj y cualquier tipo de objeto metálico (faltaría más) incluyendo la correa y pasa por el aro intentando no enseñar los “gayumbos”, además y en plan “listillo” incluye la bolsita de plástico transparente con todo aquel envase que no supere la medida indicada, al parecer no se entera nadie de lo que hay y a pasa una y otra vez por el scanner y venga pito venga pito…
Superada la facturación y la seguridad, llegas a la zona de embarque, en Barajas no te indican el numero de puerta sino que te dicen HJK , tienes que mirar de vez en cuando en los paneles informativos haber cuando sale el numerito, depende donde te halles nadie te salva de una caminata de diez, quince o veinte minutos, es todo un espectáculo ver al personal estresado corriendo por la Terminal para no perder el vuelo, eso, si luego se despista alguno con equipaje facturado y te pasas una hora hasta que o se identifica la maleta o aparece el hijo de su madre con cara de resignación, la verdad no hay que tomar a mal lo del retraso por este motivo, al fin y al cabo no es mas que una pobre victima del puñetero laberinto, al final ya en el destino, estas allí ante la cinta del equipaje con el corazón en un puño hasta que aparece la propiedad embarcada, darle las pertenencias a la compañía de turno se ha convertido en una cuestión de fe y esperanza.
Lo de Cataluña ha sido un caos, pero son habituales los atrasos, atascos, paradas, colas en todo este país de países y en la totalidad de transportes, sin embargo es de admirar la capacidad de aguante que poseemos cuando se trata de viajar, todos cabecean pero se resignan, hay ocasiones en que parecemos animalillos anhelantes de bailar al son que nos tocan, y claro ellos, siguen sustituyendo al personal por maquinitas, no para facilitarnos la vida, sino para ahorrar costes, como muestra el Santander, que declara unos beneficios de 26 millones en el ejercicio del año anterior y pone en calle a 12.000 empleados, y así estamos en una situación donde pedimos mano de obra por todo el mundo y vamos engrosando el desempleo día a día, vaya lío ¿o no?.
Las ideas no son responsables de lo que los hombres hacen de ella. Heisenberg.